La primera campaña de planificación familiar se lanzó en 1972. En aquel entonces las mujeres en China tenían un promedio de casi seis niños.
La norma surge de la preocupación del gobierno chino por la población en aumento, la escasez de alimentos y agua para abastecer a toda la Nación, por lo que la una disminución demográfica permitiría mejorar las diversas condiciones de salubridad.
Por eso, la campaña, desarrollada bajo el lema “no al matrimonio juvenil, mayor espaciamiento entre embarazos y menos niños”, sugería que las personas debían esperar más tiempo para contraer matrimonio y tener hijos, prolongaran el tiempo transcurrido entre un embarazo y otro y tuvieran familias más chicas. La evaluación de este primer acercamiento a la planificación familiar fue positiva.
En 1984 el programa exigió que la edad legal para contraer matrimonio se elevara de 16 a 20 años. La edad recomendada oficialmente era de:
o 23 para las mujeres de las áreas rurales.
o 25 para las de áreas urbanas.
El mensaje sobre el control de natalidad había llegado a las masas y durante los años siguientes la fecundidad descendió, de 5,8 niños por mujer en 1970 a los 2,7, alcanzados en 1979, cuando se implementó el programa "Una familia, un niño". La política de un solo hijo, evitó 400 millones de nacimientos en las últimas tres décadas.
Se aprobaron regulaciones que permiten a ciertas categorías de parejas tener un segundo hijo, mientras algunas pueden incluso tener tres o más, por ejemplo: en las regiones de minorías étnicas, de acuerdo con la voluntad propia de cada etnia, y en función de la población de la etnia dada, de los recursos, de la economía, de la cultura, de las costumbres, y en términos generales, un matrimonio puede tener dos hijos, y en algunos lugares hasta tres; pero para los matrimonios de las etnias con escasa población no existe ninguna limitación en cuanto al número de hijos; otro ejemplo son los descendientes de las parejas conformadas por padres “hijos únicos”, a quienes se les permite tener dos hijos.
Se permite a las mujeres cuyo primer hijo fuera de sexo femenino, procrear un segundo hijo, pero si no es de sexo masculino, se lo elimina. La norma solo rige hasta obtener el hijo varón.
Mientras tanto, las familias rurales pueden tener un segundo hijo, cinco años después del nacimiento del primero, especialmente si el primero ha sido niña.
Hay una cierta “libertad” individual de tener mas hijos del permitido, pero la familia que los tuviera tendría que pagar un “impuesto social de compensación” que puede variar, por cada hijo “extra”, entre 600 a 6.000 Euros.
Los padres pueden ser multados por una cantidad equivalente a diez años de sueldos e incluso pueden perder sus trabajos.
El gobierno ofrece beneficios a las parejas que acaten la ley, y se aplica una especie de "pensión social" en lugar de una multa a quienes infrinjan la ley. Incentivos económicos para quienes cumplan, así como multas sustanciales, incluyendo la confiscación de bienes y el despido del trabajo, para quienes no cumplan.
Sin embargo, los efectos de esta política ya están determinando un absoluto desequilibrio entre las poblaciones masculina y femenina. La implementación de esta política revela que la población femenina ha disminuido notoriamente, esta desproporción se incrementa desde que las máquinas portátiles de ultrasonido llegaron a aldeas y zonas de difícil acceso en China. En la provincia Hubei el número de niños nacidos por cada 100 niñas aumentó, en 1982, de 107 a 130 niños en 1995.
La proporción de natalidad femenina se controla a través de distintos recursos: la omisión deliberada en el registro de las hijas mujeres en censos y estudios estadísticos, infanticidio, abandono, negligencia criminal; aborto selectivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario